Cocinando una paella para 60 personas en un evento benéfico.
Se me acerca una de las organizadoras con una jovencita.
Organizadora- Nico, ella es Brisa. Estudia para ser chef y se comprometió a darte una mano.
Eu- Ok.
Organizadora- Los dejo.
Brisa- ¿Qué puedo hacer?
Eu- Eh...tomá...podés trozar esto en octavos.
Brisa- ¡Agh! ¿Qué es eso?
Eu- Un conejo.
Brisa- ¿Vivo?
Eu- No. Cuando están vivos tienden a tener orejas y pelo. Los ayuda mucho en el día a día.
Brisa- No, no. Soy vegetariana. No puedo tocar un conejo.
Eu- Bueno. Ahí hay unos langostinos y unos camarones para limpiar.
Brisa- ¡No! ¡Es lo mismo!
Eu- Mirá, no me quiero meter en tu vida, recién nos conocemos y eso, pero...te pusiste a pensar que capaz... en lugar de estudiar para chef podrías...no sé...haberte dedicado a la pastelería ¿no?
Brisa- Preparo platos vegetarianos.
Eu- Bueno, eso está bien. Ahora...otra consulta...cuándo te ofreciste a dar una mano para preparar una paella...¿en qué demonios estabas pensando?
Brisa- Yo preparo una paella vegetariana.
Eu- No. Vos preparás arroz con vegetales que tiene tanto de paella como los sugus confitados de caviar de beluga. No blasfemes.
Brisa- Bueno...¿qué hago entonces?
Eu- Herví arroz. ¿Podés hervir arroz? ¿o pensás que los cereales pueden tener quemaduras de tercer grado y sufren una muerte horrible?
Brisa- Puedo hervir arroz.
Al rato, vuelve la organizadora.
Organizadora- ¿Y? ¿Cómo va eso?
Eu- Bien. La aide de camp que me facilitaste no puede tocar conejos. En mi libro eso la descalifica como chef y como actriz porno.