Siempre que entro a un negocio y estoy fumando, dejo el
habano el algún alfeizar.
En este caso puntual, lo dejo apoyado en el de la vidriera
de la única carnicería del barrio que vende conejo.
El local es pequeño y generalmente la gente espera afuera.
Una madre con 6 hijos, los arreaba dentro y fuera del local
según una lógica propia.
Le toco el hombro y le digo:
Eu- Hola, buen día...mirá, estoy dejando acá (y le muestro)
un habano encendido mientras entro a comprar.
Madre- Bueno.
Dudando de la sinapsis que pueda o no hacer la buena señora,
le dijo a uno de sus hijos:
Eu- Mirá Borromeo, esto es un habano y del lado que sale
humo está muy caliente.
Niño- Bueno.
En el local y luego de pedir un conejo de dos kilos escucho
un "AAAAAAAHHHHHHH" y un "BUUUUAAAAAAAAAA"
Salgo y veo a la madre soplándo la mano del nene.
La madre me mira.
Yo la miro.
El nene llora.
Eu (señalando al niño)- No es el lapicito más brillante de
la caja ¿no?
Madre- Y...no.