miércoles, julio 21, 2004

Mallrats

Los anteojos, al llegar a Posadas, eran algo así como una bola de ramitas y escarbadientes atados con cinta durex y curitas; más dos cristales. Me quedaban a más de 10 centímetros de los ojos y encima estaban chuecos.
Tachaba los días que faltaban para llegar a Buenos Aires y arreglarlos.
Entonces:
 

Fui a un shopping en vacaciones de invierno.
Mea culpa.
Tenía que hacer arreglar mis anteojos, así que después de almorzar me fui a unicenter.
La marea ovárico-testosterónica de entre 14 y 17 años me arrastró cual tsunami hasta que quedé incustrado contra un kiosquito de peluches. Estuve esperando que baje la aglomeración humana (sin éxito) para cruzar enfrente y tomarme una escalera mecánica.  
La chica que atendia el puesto de peluches se apiadó de mí y al grito de "vade retro" agarró un elefante violeta y utilizándolo como nunchaku logró hacerme cruzar. 
Nunca estuvo tan lejos un tercer piso.
Después de atravesar la cola kilométrica para sacarse una foto con Shrek, la cola kilométrica para subirse al camellito de tierra santa y la cola kilométrica para patear hasta la incosciencia a Barney el dinosaurio (esa cola la hice), llegué a la óptica. 15 minutos más tarde estaba parado en la terraza del shopping, donde por $ 5 te tiraban a una colcheneta en planta baja que te ahorraba la masa de adolescentes eufóricos.
Nunca fueron mejor invertidos cinco pesos.

What´s wrong with you people???

Hoy me siento: Robinson Crusoe 

1 comentario:

La de Arena dijo...

Pensar que yo laburo en ese lugar del averno.