Las tres horas de espera en el aeropuerto y las doce horas de avión pasaron a la historia en el momento en el que mis hermanitos (que se quedaron despiertos hasta medianoche) saltaron en ezeiza la valla de contención para hermanitos que se quedan despiertos hasta la medianoche y se me avalanzaron cual horda de hunos a aldea romana. Nota mental: Podría haberles traído algo más que un toblerone (uno para los 3). Lo que ocurrió realmente es que los aeropuertos me paralizan. Entiendo la postura de Richard Curtis en actually love, que dice que lo que le gusta de los aeropuertos es que exudan amor (en las despedidas, en los reencuentros); pero yo no veo amor, veo aviones.
Volver a cenar al chino cantón con los chicos, almorzar con mi madre, destrozar a mi hermanito al fifa 2004, compartir sugus confitados con josefina, hacer compras en chinatown para cocinar thai. Parece que no hubiera pasado el tiempo, que estos 3 meses en realidad fueron un par de semanas. Retomar conversaciones donde quedaron suspendidas y voy a terminar acá antes de que Hallmark me compré el post y lo convierta en una película con Alan Alda.
jueves, diciembre 16, 2004
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