Vicky llama el jueves a la mañana para avisar que su hija está con varicela; que dependiendo lo que diga el pediatra va o no para Barcelona, y que en cualquier caso me lo confirma a la tarde.
Marina que, como siempre, tiene una oreja parada cual pastor alemán dice:
-No vas.
La miro con cara de “¿de qué estás hablando willys?”
–Te vas a contagiar en el mejor de los casos, y en el peor no te va a dar ni cinco de bola por atender a la nena.
–Ya tuve varicela, además me dijo que me llamaba a la tarde, voy a esperar a ver que hago.
–Bueno, hace lo que quieras, yo me voy en tren. Pero sabé que sos un caprichoso y un cabezadura.
–Lo sé, son mis dos únicas cualidades.
Marina se saca un pasaje en tren para el jueves a la noche y Vicky me avisa un par de horas más tarde que no hay problema.
Dos mujeres que no se llevan bien (por la razón que sea) son un continuo despliegue de poder. Y a mí toda pelea femenina que no sea en el barro me aburre.
martes, junio 21, 2005
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