Llegó Vanessa el miércoles de Buenos Aires a tiempo para el debut de la nueva formación de la banda.
Pobre, tuvo que comerse el último ensayo.
Tocar blues con un alemán fanático del orden no es tarea fácil, todos los temas tuvimos que tocarlos hasta que Michael estuvo conforme.
Michael (nuestro baterista estrella alemán) nos prometió una sorpresa. Pero era necesario -dijo- que salgamos del escenario en su solo.
Eu a Ignatius (bajito)- Mientras no pretenda invadir Polonia...
Jueves 23hs.
Abrimos con una versión particularmente lenta de Red house, dejamos correr los compases hasta que Gilly empezó a cantar.
La voz de esa mujer es in cre í ble. Más que de Birmingham parece haber salido de algún algodonal de Lousiana.
A la mitad del show, en mitad de un instrumental, Michael comienza a hacer su solo de batería.
Nos bajamos del escenario, pasan cinco, diez, quince minutos...
Eu- ¿Qué es esto? ¿Moby dick?
Michael empezó a solear en una pandereta con un palito, se levantó de la batería (siguió soleando), agarró un bolso que tenía escondido (con su tercer brazo, porque siguió soleando) le dió a stefan la pandereta y el palito y empezó a repartir entre el público instrumentos de percusión.
Dos minutos después había armado una batucada.
A mi me tocaron las maracas.
Ufa.
Todo salió perfecto.
Me fui a dormir con la sensación esa de victoria.
La única forma de que sonemos mejor, es que muramos todos y nos hagan un concierto homenaje.
domingo, octubre 23, 2005
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